La noche de los muertos había congregado, un año más, a decenas de jóvenes incautos que acudían al cementerio en busca de emociones fuertes. La leyenda contaba que el alma errante de una novicia, de nombre Margot, vagaba sin consuelo entre los nichos desvencijados durante la noche de los difuntos. Buscaba al amante que le fue arrebatado por el mar cincuenta años atrás. Su llanto desgarrador se confundía con el rumor de las olas en las noches de tormenta. Solo en esa fecha señalada, Margot sucumbía a la llamada de los vivos. Cada año, hacía su aparición en el camposanto, atraída por los macabros rituales de los jóvenes que, embriagados por el alcohol, jugaban a contactar con las almas de los muertos por medio de sus desconchadas güijas. Pero Margot solo anhelaba encontrar a Damián entre las ánimas que, como ella, acudían cada año a la cita con aquellos descerebrados amantes de lo prohibido. Los espiaba tras la ventana del torreón de la iglesia contigua al cementerio. Los espectros f...
Escritora de novela romántica y new adult